podemos pensar en las cr¾nicas que componen Caracas muerde como una serie de escenas intensas y breves. En este sentido, la cr¾nica es una opci¾n vßlida para individualizar las historias que configuran el "magma brutal" de la ciudad (Torres, 2012: contratapa). Cada una de las treinta cr¾nicas de Caracas muerde, algunas de apenas unas pocas pßginas, ofrece un vistazo rßpido a una experiencia individual, desde el robo de un libro en el metro hasta la muerte de un ni±o. No hay un relato abarcador que las contenga y, cuando se leen en conjunto, queda claro el carßcter arbitrario del miedo y la violencia en Caracas. Seg·n Cristina Raffalli (2016), Torres desafÝa las expectativas del lector al ofrecerle una cara, una costumbre o lo que se ve desde una ventana, en lugar de un nombre propio, una fecha y una ubicaci¾n geogrßfica, como lo hacen los textos periodÝsticos tradicionales. A lo largo de Caracas muerde, Torres hace Únfasis en la autenticidad de sus historias, subrayando el modo como sus personajes han presenciado y sentido la violencia que los rodea (Torres, 2012: 157-158). A esto se agrega que Torres no con