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Los que llegan encontrarán un fleco de colonización que ofende: la Virgen de Guadalupe, patrona de Extremadura, vive secuestrada en su tierra, y sigue perteneciendo a la diócesis de Toledo. Este despropósito histórico mortifica y debe subsanarse. La Virgen es universal, no de Toledo. Pertenece al mundo, pero surgió de un surco en Guadalupe, vive en Guadalupe, y nunca salió de Guadalupe. Será determinación de los que llegan concluir este "Érase una vez" con un final de cuento de hadas: érase una generación que acabó para siempre con el espíritu desunido, que desestrechó la tierra, que nació en Cáceres y deseó morir en Cáceres, que hizo posible que Badajoz fuera tierra de Dios y que reivindicó el discurso machadiano: lo que no ha hecho el pueblo está por hacer. Una generación que desbroce caminos sin olvidar mirar hacia atrás, de cuando en cuando, para mejor conocer de donde viene: todo pasado es prólogo.