Como todas las mañanas, el padre Modesto realiza su rutinaria revisión de las dependencias de la Catedral de Badajoz. A pesar de las estrictas medidas de seguridad y de que todas las puertas están cerradas, descubre en el interior de la cripta de los canónigos a un hombre inmóvil en el suelo. Aunque con vida, se encuentra paralizado y con un aterrador rictus en su rostro. Superando traumas pasados, la inspectora Lucía Acosta deberá hacerse cargo de una investigación que la conducirá dos siglos atrás, cuando la ciudad se vio arrasada por una terrible epidemia de cólera. Dos hechos separados en el tiempo pero íntimamente ligados entre ellos.