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La cultura y la biologÝa son facetas inseparables, pero mientras que los aspectos culturales pueden cambiar a cierta velocidad, los biol¾gicos evolucionan a ritmos mßs lentos. Sin variaciones en nuestro equipamiento biol¾gico, nuestra especie ha conocido tres grandes tipos de culturas. De una etapa inicial cazadora y recolectora, la mßs dilatada, pasamos por una fase agrÝcola y ganadera, para desembocar en la actual sociedad industrial basada en los combustibles f¾siles. Todo indica que estamos en una etapa agotada, por mßs que enormes inercias e intereses traten de alargarla sometiÚndonos a enormes riesgos ambientales y sociales. La degradaci¾n ambiental, las crisis financieras y econ¾micas, el incremento brutal de la desigualdad y la vulnerabilidad puesta de relieve por la pandemia hacen evidente la necesidad de un cambio en nuestra relaci¾n con la naturaleza para recuperar una sostenibilidad real, muy alejada de lo que el mercadeo al uso nos quiere vender. La renuncia al dogma econ¾mico y demogrßfico del crecimiento forma parte de ese salto a una cuarta cultura global que exige recuperar el uso de las mej