Pilar de Valderrama fue mi abuela. VivÝ con ella hasta los veintid¾s a±os. Su secreto marc¾ su vida y, en cierto modo, tambiÚn la mÝa. Siempre habÝa un halo de misterio a su alrededor que me fascinaba. Seguramente lo constituÝa su gran secreto: su incondicional y profundo amor con el poeta Antonio Machado, que a mÝ nunca me cont¾. Sin embargo, estoy segura de que la abuela se march¾ de este mundo con el convencimiento de que alg·n dÝa sus escritos pasarÝan a la historia de mi mano, como su ·nica nieta y heredera de este precioso legado que, antes de su muerte, nadie conocÝa. O eso creÝa yo.
Siento mientras escribo c¾mo ella dirige mis pasos y mi pluma desde la distancia, y vela sin cesar por mi Úxito en la puesta en valor de estos preciados hallazgos que vienen a manifestar la fuerza no solo de su obra como gran poeta y dramaturga que fue, sino tambiÚn de su persona como mujer culta, moderna y adelantada a su tiempo.