Vivimos en la era de los populismos. Hemos cambiado la raz¾n por las vÝsceras y nos han dirigido hacia un debate polÝtico de promesas imposibles y de continua violencia. En todo el planeta, una horda de populistas nos ha asaltado y pretende tomar, a la fuerza, nuestra libertad moral y de conciencia. Estamos sin duda en una Úpoca compleja donde nuestra existencia polÝtica e intelectual es mßs frßgil que nunca.



La libertad es un concepto muy complejo de gestionar; supone una gran responsabilidad y unas enormes probabilidades de fracaso. Supone enfrentarse a un vacÝo inmenso en el que es la persona la que tiene que elaborar su propio mundo. Se trata de una responsabilidad inmensa, compleja y desafiante: dirigirse a uno mismo para conseguir el mßximo bien para los otros. Tras asesinar la libertad y moral privadas el objetivo del populismo es hacer creer que el lÝder es un salvador y podrß transformarlo todo aportando una soluci¾n. Una metamorfosis que nace tras golpear duramente al ½otro+, al extranjero, al enemigo. El riesgo del populismo, un extremismo ideol¾gico camuflado, es que se acabe t