Durante las cinco dÚcadas que separan 1957, a±o en que fund¾ su taller en Roma, y 2009, cuando anunci¾ su retirada, Valentino se ha dedicado a transformar a las mujeres en reinas, a hacer que sus clientas no solo se sientan las mßs guapas de la fiesta, sino que lo sean. Por eso a·n se le considera el emperador de la moda. El ·ltimo de una raza, aquella de los creadores hechos a sÝ mismos. En la Roma de los sesenta ya era el modisto preferido de celebridades como Elizabeth Taylor, Audrey Hepburn o Jacky Kennedy, y en los setenta supo sobrevivir a la crisis de la alta costura apoyßndose en sus s¾lidos vÝnculos con Hollywood y la alta sociedad, y consolidßndose como el modisto elegante cuyos dise±os rezuman una clase incontestable.